SAN JUAN, PR – MAYO 2020 – Yo les he hablado muchas veces sobre el impacto del trabajo investigativo en casos sin cerrar. Pero, ¿les he hablado sobre cuando colaboré con otros investigadores para esclarecer el nombre de un hombre inocente?
Para empezar, vamos a hablar del crimen. El 15 de agosto de 1989, Darryl Rush (alias Black) fue asesinado en el Williamsburg Housing Development en Brooklyn, Nueva York. A penas cuatro días después ya tenían a un individuo, llamado Jonathan Fleming, arrestado. Había hasta testigos diciendo que lo habían visto cometer el crimen, y en julio del 1990 fue sentenciado a veinticinco años de cárcel. El problema es que Fleming ni siquiera estaba en Brooklyn a la hora del asesinato.
Al momento del juicio existía evidencia confirmando que Fleming estaba de vacaciones en Orlando, Florida con su familia. Tenían fotos, recibos, vídeos, boletos de avión, you name it. Y aun así, este señor fue preso por algo que no hizo.
Los tres testigos que se pararon a testificar en contra de Jonathan eran adictos. La mujer que dice haber visto a Fleming matar a Rush contó que ella vio el tiroteo desde un segundo piso del Williamsburg Housing Development, a las 2:00 a.m., luego de haber pasado todo el día fumando crack. Suena absurdo, ¿no? Algo no cuadra.
En el 2013, Fleming logró contratar a Management Reasources of NY, una compañía de investigación privada, para investigar y esclarecer su nombre. Ya Jonathan llevaba casi veintitrés años preso, y el pasar del tiempo complicaba la cosa cada vez más. Si es difícil probar la inocencia de alguien en un caso reciente, imaginen el trabajo que da pelear con un caso de casi veinticinco años.
Como mencioné, el tiempo que había pasado fue un factor clave. Muchos aspectos de la escena del crimen habían cambiado. El espacio tenía mejor iluminación, las verjas fueron reemplazadas, el patio del medio estaba remodelado, y donde antes se podían encontrar jeringuillas y cristales rotos por montones ahora había un jardín. Aquellos testigos que no habían fallecido no querían hablar con los investigadores por la manera en que la policía los trató en el pasado.
Bob Rahn y Kim Anklin, los investigadores a cargo, no dejaron ni que un solo detalle se les escapara. Entre todos los documentos que encontraron, entre toda la data nueva que habían recopilado, encontraron a los testigos. Dos habían fallecido, y tres se habían mudado. Llegaron a encontrar hasta un testigo que se supone que testificara pero nunca logró hacerlo. De los vivos, uno estaba en Nueva York, otro estaba perdido porque nadie encontró su dirección y el otro estaba en Puerto Rico. Fue entonces, en el 2013, cuando colaboré con Rahn y Anklin por primera vez.
Fue un trabajo en equipo tremendo. Rahn y Anklin estaban trabajando con Keith J. Christiansen, un investigador en Nueva York, mientras yo estaba en Puerto Rico, los cuatro haciendo entrevistas y buscando la verdad. Y así fue que los cuatro descubrimos la cruel realidad que llevó a Jonathan Fleming a la cárcel. Todas nuestras entrevistas tenían lo mismo en común: intervención policiaca. Estas personas fueron manipuladas por la policía para decir lo que ellos querían que se dijera.
La persona que yo entrevisté me confesó que ella no vio el asesinato, solo estaba en el área luego de que pasara. La policía la arrestó, la llevó al cuartel y trataron de convencerla de que dijera que vio todo, y que había sido Fleming el criminal. La mujer se negó, porque no estaba dispuesta a mentir. Gracias a eso, pasó siete horas en detención sin ningún motivo. La mujer que dice haber visto el suceso le confesó a mis colegas que ella solo accedió a decir lo que fuera para que le quitaran otros cargos que tenía por otros crímenes.
Gracias a todos nuestros esfuerzos y horas de trabajo sin sueño, el 8 de abril de 2014 Jonathan Fleming salió de la cárcel siendo siempre un hombre inocente. Fue un caso tan impactante que la prensa lo cubrió extensamente, y Bob Rahn y Kim Anklin ganaron el premio de investigadores del año de Nueva Jersey.
Colaborar en un caso como este cambió mi perspectiva por completo. Yo ya entendía el valor de mi profesión, pero no es lo mismo saberlo que vivirlo. Nuestro trabajo le devolvió la paz y libertad a un hombre inocente. Nuestra labor fiscaliza y asiste cuando los otros recursos no dan más. No hay nada mejor que ver como el trabajo que amas tanto le cambia la vida a otros para bien.
Fernando Fernández, PI, BAI, CCDI, CDRS, CII, CAS, CHS-II, SPA
Presidente - Covert Intelligence, LLC
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