SAN JUAN, PR – Mayo 2019 – Cuando pequeños nuestras madres nos dicen que no hablemos con extraños. Y mamá no es la única, las maestras de la escuela te lo recalcan. En mi época existían hasta anuncios de televisión. Todos los adultos a tu alrededor te trataban de convencer de no aceptar nada o darle información a nadie que no conozcas. Como hemos visto, con el tiempo las cosas han cambiado mucho. El internet se convirtió en la forma más fácil de interaccionar con extraños, comprando en tiendas desconocidas, hablando con cualquier persona que parece tener un perfil interesante en Facebook, o cualquier otra red de tu preferencia.
Nos hemos adaptado a los cambios. Las redes sociales nos dan la oportunidad de reconectar con seres queridos que no vemos hace tiempo, amistades de la “high school”, etc. A pesar de las conexiones que recuperamos gracias a las redes sociales, es igual de fácil crear conexiones nuevas. Usamos el internet para conocer a quien sea, de donde sea. Hemos convertido el internet en la forma más conveniente de hacer lo que mamá nos dijo que no hiciéramos. Y aunque conozco a muchas personas que cultivan sus relaciones más importantes y significativas con personas que conocieron por internet, no todos tienen la misma suerte.
El internet le da la ventaja a muchos malhechores a mentir sobre su identidad y aprovecharse de muchas personas. Es la pantalla de humo perfecta, en la que das las señales de vida que te de la gana, dices lo que quieres y nadie tiene que saber quién eres. Ahí es donde está el problema.
Así empieza el caso de Marie Orlando, una mujer de 73 años de Flushing, Queens en Nueva York. Orlando, que vive sola, conoció por Facebook a “Anthony James” un “soldado estadounidense” de Afghanistan. Hasta le confirmó que tenía un general por el nombre de “Mark Sanders”. James empezó a enviarle cartas de amor a Orlando todos los días, diciéndole que la amaba y enamorándola para usarla y luego desaparecer.
“Dijo que me amaba y que se iba a casar conmigo… Me dejé llevar y fue un engaño”, comentó Orlando. Ya que sabía que Marie confiaba en él, le empezó a pedir dinero para “volver a los Estados Unidos”. Orlando le creyó, esta persona decía quererla y apoyarla, así que le envió $1,500 de su cuenta. Luego, le envió $1,800 más. “Me sentí mal por él, no pensé que un soldado haría algo así”, añadió Marie.
¿Adivinen qué pasó? James desapareció. ¡Así cualquiera! Su desaparición preocupó mucho a Orlando, quién nuevamente se hizo amiga de otro extraño en Facebook que decía ser un investigador privado, “Detective Paschal”. Este le dijo que había encontrado a James y a Sanders en Nueva York, que eran peligrosos y que estaban armados. Le dijo que James había violado y matado dos mujeres en Chicago, y que había una orden de arresto con su nombre.
Si lo pueden creer, el “investigador” le envió una copia de la “orden de arresto” con los nombres de los criminales. Al ver esto, Marie renunció a su trabajo y se escondió en su casa por dos semanas. Se podrán imaginar el miedo que sintió esta señora.
¿Qué pasa? El “detective” necesita dinero. ¡Quién se lo iba a imaginar! Marie le siguió dando dinero al “investigador”, tanto que perdió aproximadamente $10,000. Fue entonces cuando, gracias a una amistad, conoció a un investigador privado licenciado (¡al fin!) quién le confirmó que podía haber sido víctima de un criminal que se aprovecha de las mujeres mayores de esa forma. Fred Puglisi, de Quality Private Investigations, le explicó que las fotos que había recibido de “James” eran de otro soldado alemán comúnmente utilizadas para engañar a otras personas.
Aunque Marie tiene los requisitos adecuados para requerir asistencia policíaca, las autoridades no se han querido involucrar. Dicen que es un asunto civil y que necesitan cooperación de los bancos de Marie, los cuales no han respondido a los pedidos de Puglisi. Ella no ha podido recuperar su dinero, pero su investigador continúa dándole apoyo con el caso.
Y por eso es que estamos aquí hoy. Marie quiere que su historia sea contada para que no le pase a otras personas. Esto me da la oportunidad de recalcar, aunque estén cansados de mi cantaleta, que por favor tengan cuidado en quién confían en el internet (y en todos lados). No den su información nunca, no den números de tarjeta o cualquier otra información sensitiva. Estén alertas siempre, cuestionen todo, hagan muchas preguntas. Sigan consejos, que quiero que lleguen a viejos (y con su dinero intacto).
Fernando Fernández, LPI, BAI, CCDI, CDRS, CII, CAS, CHS-II
Presidente - Covert Intelligence, LLC
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