SAN JUAN, PR – NOVIEMBRE 2019 — Según el Telegraph, un periódico del Reino Unido, ya nadie quiere ser detective. Ellos hablan de la escasez es en ese lado del mundo, pero no me sorprende que sea un problema universal. En América, o allá, la gente le huye a lo que antes era una de las posiciones más codiciada en las fuerzas policíacas.
Ser detective no es fácil. Es una labor bien fuerte y drenante. Casi la quiero comparar con ser periodista. El trabajo nunca se acaba, y nunca te van a pagar lo suficiente por tu esfuerzo. Las horas de trabajo están al garete, y es bien raro que haya “overtime”. Siguiendo esa misma comparación, estas dos profesiones comparten algo de muchísimo valor: responsabilidad social.
En el pasado, la naturaleza de los crímenes era menos drástica que en el presente. Claro, había violencia, acoso, robos o cosas así, y lo que se hacía era que los oficiales se encargaban de los “petty crimes”, los crímenes de baja atención, para darle a los detectives rienda suelta con los casos más complicados. El problema es que el crimen no espera, y es más y más macabro con el pasar de los años. Ya no se trata solo de abuso sexual, sino de trata humana y abuso infantil, por mencionar algunos.
Como mencioné anteriormente, antes ser detective era la meta. Pero, como le dijo el tío Ben a Spiderman, “con el gran poder vienen grandes responsabilidades”. Los detectives no tienen hora de salida, en comparación con los oficiales regulares que ponchan para entrar y salir. Se quedan ahí hasta que la investigación termine. Te puedes imaginar el revolú que eso causa en la vida personal de uno. Irónicamente, pierden mucha de su privacidad, ya que son personas que trabajan con casos de alta urgencia o extrema violencia. A la que metan la pata, todo el mundo lo sabe.
Si antes había cinco equipos fuertes, ahora hay cuatro detectives trabajando 20 o 25 casos a la vez. Se están ahogando en trabajo, y cuando uno tiene prisa, las cosas se hacen mal. Esos errores se llevan a corte. Claro, uno sabe lo que tiene que hacer y corregir, pero si no hay tiempo ni recursos, ¿cómo se hace? Es complicado porque, cuando eres detective, nada es solo “trabajo”. Se están ahogando en expedientes y casos de personas asesinadas, de familias rogando por una respuesta. Aún entendiendo la sobrecarga que hay, se mide a los detectives con la misma vara que se mide a los oficiales regulares, cuando deberían haber métricas diferentes para diferentes exigencias.
Es una posición que siempre va a necesitar que se de más de lo que se recibe. Pero, siempre existe gente que quiere dar la cara. La comandante Karen Baxter, líder de un departamento criminal de la policía de Londres, dice que no cambiaría sus años como detective por nada. Baxter cuenta en una entrevista que todavía le entusiasma ver las caras de las familias en corte cuando fallan a favor de ellos, y asegura que es “una de las posiciones más satisfactorias”.
“Todavía amo eso, pero si no tienes esa hambre, creo que es un trabajo difícil de mantener. No estoy segura que exista esa hambre para todas esas cosas en la sociedad. Ya no está de moda. Antes estaba de moda ser detective junto con todos esos programas de detectives.”
Estoy de acuerdo con la comandante. Uno nace para hacer estas cosas, detective, investigador privado, etcétera. Debemos encontrar formas de reclutar y entusiasmar a los novatos a que tomen las riendas. Nosotros tenemos que ir pasando la batuta para que las próximas generaciones puedan dar el resto y seguir trayendo justicia a quienes lo necesitan. La pasamos asegurándonos de que hayan programas dedicados a esta labor, entrenamientos detallados, y un cambio grande en la percepción de la seguridad pública en el gobierno burocrático. Pero, más que todo, haciendo todo lo que podamos para que el público y la sociedad en general entiendan lo que conlleva el puesto, y el respeto que se merece.
Fernando Fernández, LPI, BAI, CCDI, CDRS, CII, CAS, CHS-II
Presidente - Covert Intelligence, LLC
Commentaires